Edward Gein
Edward Theodore Gein, apodado "El carnicero de Plainfield" y "El necrófago de Plainfield", nació el 27 de agosto de 1906 en el Condado de La Crosse, Wisconsin, hijo de madre, Augusta, austera y fanática religiosa luterana que predicaba con frecuencia a sus hijos sobre la inmoralidad innata del mundo y su creencia de que todas las mujeres eran promiscuas por naturaleza e instrumentos del diablo.
Despreciaba a su débil y borracho marido, carpintero, curtidor y bombero. También era dueño de una tienda de comestibles local, pero pronto vendió el negocio y abandonó la ciudad con su familia para vivir en una granja de 63 hectáreas en Plainfield.
Cuando ambos discutían, que solían hacerlo con frecuencia, el hombre se emborrachaba y pegaba a sus dos hijos.
Desde el primer momento, la vida de Ed estuvo completamente dominada por su madre, quien se había prometido a sí misma que su hijo no sería nunca como esos hombres lascivos, ateos y alcoholizados que veía a su alrededor. Seguía una disciplina muy dura castigando a sus hijos, e incapaz de darles el consuelo y el amor de una madre, lo que acabó dando como resultado que el joven Ed desarrollara un morboso y poco natural interés por la anatomía femenina.
Gein no tuvo contacto con otros niños, pues todo el mundo suponía ante los ojos de esa madre una amenaza para la pureza moral de su hijo. Augusta castigaba a Gein cada vez que intentaba hacer amigos, según conocidos de la familia. Así durante 39 años hasta que la mujer moría víctima de un ataque al corazón, dejando tras ella un hombre dependiente, reprimido y sólo, en un mundo que apenas comprendía.
El 1 de abril de 1940, el padre de Gein falleció de insuficiencia cardíaca a los 77 años. En la adolescencia perdió a su hermano Henry, en 1944, de una insuficiencia cardíaca, aunque posteriormente se sospechó que la causa fue el asesinato. Un año más tarde, Gein perdió a su madre de un derrame cerebral.
Perder la autoritaria guía de su madre hizo que Ed se encerrara en sí mismo y dejara echarse a perder la granja familiar que en aquellos momentos mantenía. Se volvió un poco raro y los habitantes de Plainfield no tardarían en darse cuenta de hasta donde llegaba su rareza.
Ed empezó a desenterrar cadáveres de cementerios para llevárselos a su casa para examinarlos y usarlos en actos de necrofilia y, según el, para tomar su carne como alimento.
La mañana del sábado 16 de noviembre de 1957, Ed Gein asesinaba a la dueña de la ferretería del pueblo, Bernice Worden, disparándole una bala con su viejo rifle de caza del calibre 22. También en esta ocasión se llevó el cadáver en la furgoneta, dejando el suelo del local encharcado de sangre. Pero esta vez, habría un testigo, el libro de contabilidad. En su última anotación, figuraba el nombre de Ed Gein, a quién habría vendido su último anticongelante.
En la tarde del 8 de diciembre de 1954, un granjero de Plainfield, en Wisconsin, entró en "la taberna de los Hogan" a echar un trago en esa fría tarde de invierno cuando descubre con espanto un gran reguero de sangre que cubría las tablas de madera del suelo. La propietaria Mary Hogan, había desaparecido.
El sheriff observó que no había señales de lucha aparentes y que la caja registradora seguía llena, pero determinó que la mujer había sido asesinada y que su cuerpo había sido arrastrado hasta un coche que esperaba fuera. Los informes forenses tan sólo confirmaron las conclusiones a las que había llegado el sheriff y no arrojaron ninguna luz sobre el caso. La desaparición de Mary era un misterio.
Aproximadamente un mes después de este suceso, el propietario del aserradero de Wisconsin comentaba el caso con un hombre pequeño y tímido que vivía en una granja de madera a pocos kilómetros de allí. Su nombre era Ed Gein.
El propietario del aserradero no se llevaba muy bien con Gein. Encontraba extremadamente difícil hablar con él por que a veces éste comenzaba a reír con nerviosismo sin motivos como un desequilibrado, o por sus comentarios inoportunos que dejaban a la otra persona sin saber que decir.
En esta ocasión, el hombre recordó que Gein solía sentarse solo en un rincón de la taberna mirando fijamente a la dueña del local absorto en sus pensamientos con una jarra de cerveza, y supuso que estaba enamorado de la mujer. Le sugirió bromeando, que si le hubiese hablado a Mary con claridad de sus sentimientos, probablemente en ese momento estaría en su granja cocinando y esperando a que volviera en lugar de haber desaparecido presumiblemente asesinada. Gein, con un extraño gesto puso los ojos en blanco y le respondió con una de sus conocidas sonrisas: "No está desaparecida. Ahora mismo está en la granja". El hombre se encogió de hombros y no le tomó en serio, después de todo, era el tipo de comentario que se esperaba de él...
La desaparición de Bernice Worden llevó al ayudante del Sheriff hasta la granja de Gein. Cuando llamó a la puerta nadie contestó y entró por su cuenta. Dos oficiales de la policía arrestaron a Gein, mientras otros dos se dirigían inmediatamente hacia su granja con la intención de llevar a cabo un registro.
Al pasar dentro, el sheriff sintió como algo le rozaba el hombro, y al volverse se topó con un cuerpo decapitado de mujer con un profundo agujero en el estómago que colgaba del techo. El cuerpo sin cabeza de B. Worden colgaba sin cabeza de las vigas del cobertizo colgado por los tobillos. El cadáver colgaba de un gancho por el tobillo y con un alambre le habían sujetado el otro pie a una polea. Habían rajado el cuerpo desde el pecho hasta la base del abdomen, y las tripas brillaban como si las hubiesen lavado y limpiado.
No había duda que el causante de ese terrorífico espectáculo era una persona enferma. Era difícil de creer que un ser humano pudiera vivir allí. Por todas partes se veían montañas de basura y desperdicios, cajas de cartón, latas vacías, herramientas oxidadas, excrementos, revistas pornográficas, de terror y de anatomía humana, chicles pegados en las tazas y una dentadura sobre el mantel de la mesa.
Los agentes de policía que registraron la granja de Ed, encontraron infinidad de objetos que tenían como materia prima los cadáveres:
Habían brazaletes y pantallas de lámpara hechos con piel humana, cabezas disecadas, un cuenco para sopa hecho con la tapa de un cráneo, sillas, copas y cuchillos hechos con piel, carne y huesos humanos. También el registro de la granja reveló otros horrores como una papelera hecha de piel humana, calaveras al pie de la cama, máscaras de piel humana, leggings hechos con piel de pierna humana, una caja de zapatos llena de vaginas disecadas, un cinturón de pezones, 4 narices, dos labios en el cordón de la persiana, y un delantal hecho con el torso desgarrado de una mujer, entre otras sutilezas.
En su confesión voluntaria habló del placer sexual que obtenía cuando envolvía su cuerpo desnudo con la piel de sus víctimas.
Entre los más atroces descubrimientos, se encontraron unas cajas con los restos humanos pertenecientes a diferentes cuerpos sin identificar, el corazón y la cabeza amputada de Bernice Worden en una bolsa de plástico, una colección de nueve máscaras de piel humana con el pelo intacto, de las cuales, cuatro colgaban en la pared que rodeaba la cama de Gein.
La única habitación de la casa que parecía normal era una sellada con tablones en la puerta y perfectamente ordenada, la de su madre. Desde que su madre muriera en 1945, 12 años antes, la habitación había estado cerrada con clavos como un sepulcro.
Ed explicó a la policía después de su detención que después de su fallecimiento, su madre se mantuvo en contacto con él durante más de un año, hablándole mientras se adormecía. Dijo que había sido en esa época cuando desarrolló su fascinación por la anatomía. Le fascinaban los reportajes sobre la operación de cambio de sexo y se planteó el convertirse él mismo en mujer.
Los patólogos estimaron que los restos que hallaron en la granja eran de 15 personas distintas.
Los médicos del hospital Central del Estado deciden que el asesino no está capacitado para ir a un juicio y es internado hasta los años 68, cuando después de un juicio que duraría una semana, se le declara culpable de dos asesinatos, pero al aducirse su locura, es de nuevo internado, donde murió el 26 de julio de 1984 a los 77 años de edad por insuficiencia respiratoria, después de haber sido un prisionero modelo.
En la actualidad, sus restos descansan en el cementerio de Plainfield, al lado de los de su madre.
Gein declaró que tan sólo recordaba, muy confusamente, haber matado a Bernice Worden, y que los demás restos humanos que se habían hallado en la granja pertenecían a nueve cadáveres que había sacado del cementerio. Explicó que en los últimos años sentía de vez en cuando la necesidad de profanar tumbas, realizando hasta 40 visitas nocturnas a tres cementerios locales y que en algunas ocasiones incluso conocía a las víctimas en vida y se enteraba de sus muertes leyendo los periódicos. Luego, en la noche del entierro, se dirigía al cementerio, sacaba el cadáver y rellenaba de nuevo la tumba (eso lo pudo comprobar la policía más tarde, cuando al exhumar las tumbas, algunas de las que Gein había dicho, se encontraban vacías).
También admitió haberle disparado a Mary Hogan, de 51 años, dueña de una taberna, desaparecida desde el 8 de diciembre de 1954, cuya cabeza fue encontrada en su casa, pero luego negó recordar los detalles de su muerte.
Muchos de los objetos domésticos y muebles que se descubrieron a raíz del arresto de Gein, procedían de las profanaciones de tumbas. Unas veces arrastraba cadáveres enteros hasta su casa, otras cortaba las partes más interesantes y se las llevaba como recuerdo.
Gein también fue considerado sospechoso de varios otros casos sin resolver en Wisconsin. En noviembre de 1957, las autoridades confrontaron a Gein con una lista de casos de personas desaparecidas ocurridos entre la muerte de su madre y la de Worden, entre ellos, Georgia Jean Weckler, Evelyn Grace Hartley, su vecino James Walsh, y Victor Harold Travis.
Su granja fue quemada por los vecinos de la localidad y aun hoy recuerdan como Ed les había obsequiado con suculentas piezas de carne, que había afirmado que eran de animales que el cazó, pero que posteriormente en su juicio, Gein reconoció que eran los despojos sobrantes de sus festines necrofágicos.
El 30 de marzo de 1958 la casa de Gein fue demolida, después de correrse el rumor de que estaba destinada a convertirse en una atracción para turistas como la "Casa de los Horrores".
Su camioneta Ford sobrevivió y se vendió en una subasta pública para ser utilizada en ferias locales con un letrero que anunciaba: "¡El coche de Ed Gein!, ¡vea el coche que transportó a los muertos de las tumbas!".
El caso de Ed Gein es, desde un punto de vista médico, uno de los más complejos de la criminología. Voyerismo, fetichismo, travestismo y puede que necrofilia, integraban su personalidad. Sin embargo, a medida que se iba conociendo su verdadera historia se izo evidente que esas perversiones eran meras manifestaciones de una psicosis profunda, un trastorno mental que tenía sus raíces en la relación anormal que tenía con la madre.
Cuando los psiquiatras comenzaron a considerar las posibles razones de su comportamiento patológico, supusieron que se trataba de un caso de "Complejo de Edipo", que Gein estaba enamorado de su madre y que a raíz de su muerte se obsesionó en buscar a alguien que la sustituyera, pues se encontraron extraordinario parecido entre sus víctimas y su madre.
De niño, buscaba el amor de su madre de manera obsesiva, que le era negado una y otra vez, fue así como en su mente se desarrolló una nueva personalidad, un Ed que odiaba a la mujer.
La influencia de Gein puede percibirse todavía en personajes literales el travestido de piel de El Silencio de los Corderos o en películas como la Matanza de Texas, El Asesino, Psicosis o Los Carniceros.
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