Tamara Samsonova
Tamara Mitrofanovna Samsonova, conocida como "Granny Ripper" y "Baba Yaga", nació el 25 de abril de 1947 en la ciudad rusa de Uzhur.
Se graduó en la escuela secundaria y, posteriormente, se trasladó a Moscú para licenciarse en el Instituto Estatal de Lingüística (actual Universidad Estatal). Una vez terminada la carrera, se mudó a San Petersburgo donde conoció al que fue su marido, Alexei. La pareja se casó a principios de los años setenta y establecieron su domicilio en la calle Dimitrov, en los suburbios de la ciudad.
Gracias a su facilidad para los idiomas, Tamara llegó a trabajar en una agencia de viajes, aunque su carrera profesional la ejerció en el Hotel Evropéiskaya, uno de los establecimientos de cinco estrellas más emblemáticos de San Petersburgo.
Quien la conocía decía que era buena persona pero con gustos lúgubres. Tamara era una fanática de los horóscopos, la astrología y literatura sobre magia negra. Con los años se obsesionó con uno de los peores asesinos en serie soviéticos, Andrei Chikatilo [1].
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Una de sus vecinas, Marina Krivenko, se asombró del enorme interés de Tamara por un personaje tan sanguinario como Chikatilo, y aunque aseguró que Samsonova "coleccionaba información de él y le gustaba comentar la forma en que Chikatilo cometió sus homicidios”, la residente nunca creyó que aquella afición por los serial killers la acabaría convirtiendo en uno de ellos.
Su primera incursión delictiva se produjo en el año 2000 con la desaparición de su marido Alexei. Pese a que los familiares del hombre denunciaron los hechos e insistieron a la policía en su búsqueda, la esposa aseguraba que él se había fugado con otra mujer y que jamás regresaría. Las autoridades creyeron su versión de los hechos y dieron por cerrada la investigación.
Con la supuesta fuga del marido, Tamara decidió alquilar una habitación en su casa. Pero lo que empezó como una forma de tener compañía y de ganar un dinero extra, terminó convirtiéndose en la excusa perfecta para asesinar a sus inquilinos.
Uno de ellos, Volodya, fue mutilado y descuartizado en el baño, pero nunca se localizaron sus restos. Lo mismo sucedió con otro hombre, Sergei, al que también desmembró y arrojó en la calle, aunque en esta ocasión sí se encontró su cuerpo en 2003. El cadáver no tenía ni brazos ni piernas.
Si alguien preguntaba a Tamara por la ausencia de alguno de sus huéspedes, ella siempre ponía alguna excusa. Nadie sospechó que detrás de aquella mujer de apariencia gentil se escondía la mente de una asesina. Ni siquiera cuando en alguna conversación decía: "Seré popular y famosa" o "causaré sensación".
Tras su último crimen todos cayeron en la cuenta: el objetivo de Tamara era matar para alcanzar la fama. Lo cumplió en el año 2015, al mudarse temporalmente con su amiga Valentina Nokolaevna Ulanova, de 79 años.
En marzo de aquel año, Samsonova inició unas reformas en su domicilio y necesitaba un lugar donde permanecer hasta que terminaran los obreros. Valentina se ofreció a acogerla y, durante varios meses, ambas ancianas compartieron piso.
Las labores de remodelación concluyeron en julio, pero Tamara se negaba a regresar a su hogar, algo que incomodaba sobremanera a Valentina: se sentía como una invitada en su propia casa. La tensión y las continuas fricciones deterioraron su amistad. La noche del 23 de julio se produjo el último rifirrafe entre ambas mujeres por una pila de platos sin fregar. Aquello fue el detonante para que la asesina planificase su último crimen: compró somníferos y los añadió a una ensalada. Hacia las dos de la madrugada, Tamara regresó a la cocina y se topó con su amiga tirada en el suelo, y aunque la mujer todavía estaba viva, la anciana inició una sanguinaria matanza.
Cogió una sierra y empezó a desmembrar el cuerpo de Valentina. Primero le cortó la cabeza y las manos, los hirvió en una olla, y luego procedió a mutilar el resto del cadáver. Para disimular el delito cometido, Tamara envolvió las partes rebanadas en bolsas de plástico, también en una cortina de ducha, y las colocó en diferentes lugares cercanos al bloque de apartamentos para evitar la identificación de su víctima.
Durante varias horas, Tamara sacó hasta siete bolsas de basura negras para abandonarlas en un terreno próximo a su casa. Además arrojó la cacerola con la cabeza y las manos a un contenedor, pero nunca aparecieron. Unos días más tarde, el olor nauseabundo de los desechos humanos puso en alerta a los bomberos.
Tras el macabro hallazgo, la policía inició una investigación para aclarar lo sucedido. Una de sus primeras tareas fue examinar las cámaras de seguridad de la zona por si descubrían al responsable. Esto les permitió visualizar imágenes de una mujer vestida de azul trasladando pesadas bolsas de basura. Acto seguido, trazaron el posible recorrido de la desconocida, lo que los llevó directamente a un reguero de sangre procedente del edificio de Samsonova.
Piso por piso, los agentes fueron interrogando a los vecinos y, para cuando la asesina abrió la puerta y vio a la policía, esta gritó "Fui yo".
Con esta confesión, las autoridades llevaron a la sospechosa a comisaría donde, aparte de confirmar el asesinato de Valentina, también reveló otros diez asesinatos más. “No es mi primer asesinato, he matado a otras personas” dijo.
Entre tanto, la policía registró las viviendas de Valentina y Tamara en busca de pruebas y encontraron la bañera con sierras y cuchillos llenos de sangre, la nevera con restos humanos almacenados en papel de aluminio, libros de magia negra y astrología, multitud de información sobre Andrei Chikatilo y varios diarios escritos en ruso, inglés y alemán. En estos últimos, la anciana relataba los asesinatos perpetrados, cómo se había comido los pulmones de una de sus víctimas, e incluso, dibujaba el modo en que desmembraba a sus víctimas.
"Maté a mi inquilino Volodya, lo corté en pedazos en el baño con un cuchillo, puse los pedazos de su cuerpo en bolsas de plástico y los tiré en diferentes partes del distrito de Frunzensky", decía uno de esos extractos.
A lo largo de sus páginas, la denominada "Abuela caníbal" también alternaba las crónicas de sus matanzas con un resumen de su rutina diaria. Precisamente, entre las páginas, también se recuperó la tarjeta de visita de uno de sus inquilinos asesinado en 2003 y cuyo cadáver apareció a pocos metros de su domicilio. Por entonces, los investigadores no relacionaron el asesinato con Tamara Samsonova.
El juez al cargo del caso, Roman Chebotaryov, envió a la detenida al Hospital Psiquiátrico de Kazán: "representa un peligro para sí misma y para quienes la rodean", explicó el jefe del Comité de Investigación de San Petersburgo, Sergei Kapitonov. "Sufre de una enfermedad mental crónica en forma de esquizofrenia paranoide", decía el comunicado.
La vista judicial acaparó una gran atención. En un momento dado, la anciana miró a los congregados y dijo: "Sabía que vendrían. Es una vergüenza para mí, toda la ciudad lo sabrá", y a continuación, lanzó un beso al aire. Ella misma se declaró culpable y pidió estar en la cárcel hasta su muerte.
La asesina fue declarada mentalmente incapacitada y, desde entonces, permanece en el centro psiquiátrico de Kazán bajo tratamiento y supervisión médicas. Está siendo investigada en relación con 14 asesinatos.
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